lunes, 5 de marzo de 2018

Sustentabilidad y RSE: Cinco tendencias para 2018*


Por Julián D’Angelo
Coordinador Ejecutivo
Centro de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (UBA)

Apenas iniciado 2018, pueden anticiparse cuáles serán las cinco tendencias que dominarán las estrategias de Responsabilidad Social y Sustentabilidad en las empresas argentinas.

En primer lugar, una macro tendencia que está empezando a dominar el diseño de todos los programas de RSE: el alineamiento con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Las demás tendencias pasan por el avance de las energías renovables, las acciones por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, el compliance y la transparencia, y el consumo responsable.

-Alineamiento a los ODS.

A dos años de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS), más de 50 países ya han creado Comités para la supervisión y aplicación de las Agendas locales que deberán ser alcanzadas de aquí al 2030, en el marco de la adopción de los 17 ODS en sus políticas nacionales, y Argentina ha sido uno de ellos. Pero la responsabilidad en la ejecución de las acciones necesarias para el cumplimiento de esta agenda, excede a las políticas públicas, y son múltiples los actores que deben involucrarse. Así, las empresas más comprometidas han sido las primeras en apropiarse fuertemente de esta Agenda, alineando sus estrategias de sustentabilidad a los ODS e identificando cuáles de ellos serán los prioritarios, conforme su actividad.
Un estudio realizado en 2016 por el Pacto Global de la ONU destacó que el 70% de los CEOs cree que los ODS proporcionan a las empresas un marco para reestructurar los esfuerzos de sostenibilidad, y el 78% ve oportunidades para contribuir a los objetivos a través de su actividad principal.

-Energías limpias y renovables.

A nivel global, solo el 3% de la energía generada es renovable pura. En nuestro país las energías renovables alcanzan sólo al 1,8% del total de generación nacional.
El año pasado Argentina presentó públicamente un Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero donde se señaló que el 53% de esas emisiones totales son aportadas por el sector energético.
Aquí radica la importancia de las leyes de Fomento a las Energías Renovables (2015) y de Generación Distribuida de Energía Renovable, promulgada hace unos días. Por un lado, se promueve elevar ese piso del 1,8% al 20% para el 2025 y obliga a los grandes usuarios de electricidad a satisfacer progresivamente parte de su demanda con energías renovables.
Y por el otro se promueve y favorece la generación local de energía renovable y su distribución a la red eléctrica.
Bajo este panorama, y con esquema en marcha de aumentos tarifarios de gas y electricidad, esta opción por las energías renovables llegará fuertemente a la industria, no solo modificando su matriz energética, sino también promoviendo nuevos emprendimientos alrededor de la generación y aprovechamiento de energías renovables.

-Igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.

A pesar de la importante instalación en la agenda pública de los asuntos de género, el “techo de cristal” sigue muy sólido en nuestras empresas. Mientras que, en el mundo, sólo 9 de cada cien CEOs son mujeres, aquí esa cifra se reduce al 2%, la más baja de Sudamérica. Y la brecha salarial tampoco ha cedido, y permanece cercana al 23%. Como señal positiva, en 2017 el Congreso Nacional aprobó el cupo de género igualitario para las listas de candidatos, cuestión que vuelve a instalar el debate hacia los demás sectores de la sociedad, fundamentalmente las empresas, que comienzan a tener políticas más proactivas de empoderamiento de la mujer.
En este punto no solo son valiosas las acciones de las empresas tendientes cada vez más a la protección y contención de la mujer trabajadora cuando es madre, buscando la denominada “conciliación familia-empresa”, sino también los esfuerzos por sostener la equidad salarial y la igualdad de oportunidades en las promociones a los cargos superiores de la compañía.

-Compliance y transparencia.

En 2017 se sancionó la Ley de Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas, que posibilita sancionar por delitos de corrupción no solo a individuos, sino también a las empresas. Si bien anteriormente el sistema penal preveía castigo a las empresas por diversos delitos, en esos casos la responsabilidad derivaba directamente de la responsabilidad penal de la persona física imputada. Ahora, la ley obliga a investigar a la empresa en forma independiente de las personas físicas que pudieran estar involucradas en el delito y su responsabilidad está definida por la forma en que gestiona para la prevención de delitos.
Esto le permite a nuestro país estar en línea con la Convención de la OCDE contra el Soborno Transnacional. En este contexto, y acorde a una exigencia cada vez mayor de transparencia en el mundo de los negocios, se promueve también la implementación de programas de integridad o compliance al interior de las compañías, programas que generen mecanismos y procedimientos internos para dificultar y detectar delitos y corrupción al interior de la empresa.

-Consumidores responsables.

Mediante diversas acciones de marketing e investigaciones de mercado, que involucran el análisis de Big data, las empresas cada vez saben más cosas de los consumidores. Pero, por el contrario, los consumidores cada vez saben menos cosas de las empresas.
Sin embargo, los estudios de mercado muestran a un consumidor cada vez más consciente y preocupado por la manera en que las empresas se ocupan del cuidado del ambiente, la promoción de hábitos saludables, la calidad de sus productos, el respeto de las leyes y su compromiso social.
Las empresas deberán estar cada vez más pendientes de temas que parecían menores y antes no tenían repercusión, pero que ahora pueden multiplicarse y convertirse en una crisis para la marca o empresa gracias a un reclamo de un consumidor viralizado en las redes sociales.
En esta línea, es necesario que las marcas empiecen a avanzar en un asunto en el cual nuestro país está bastante atrasado, como lo es el “etiquetado responsable”, brindando información clara y fidedigna al consumidor sobre los materiales y calidades del producto y su proceso de elaboración.

* Artículo publicado en el Suplemento iEco del diario Clarín (p. 14) (11/2/2018)

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