miércoles, 18 de julio de 2012

Los departamentos de RSE levantan vuelo propio.

Por Ximena Abeledo*


Lo que se llamaba filantropía pronto se transformó en RSE y en sustentabilidad corporativa. Ahora, éstas áreas siguen ganando más espacio y se profesionalizan. El desafío es inspirar a toda la empresa y a la cadena de valor.


Evolución. Esa es la palabra que mejor define lo que viven en la actualidad las áreas de RSE o sustentabilidad de las empresas: dejaron de ser una oficina de filantropía, donaciones o voluntariado para convertirse en departamentos profesionales con llegada a los altos directivos. Los expertos dicen que ya no están en la etapa de crecimiento, como los niños que tienen todo por explorar y conocer, sino que superaron la adolescencia, en la que “se aprende de ensayos y errores”; y hoy comienzan a madurar, en un entorno que pide transparencia y responsabilidad social y ambiental.
“En los últimos años, el concepto de RSE se convirtió en un modelo de gestión empresarial que incorpora al negocio los impactos económicos, sociales y ambientales de todo el accionar de la empresa. Con esta mirada, el área de RSE debe dar soporte a todas las áreas e involucrarse con los distintos procesos y tomas de decisiones para lo que necesita mayor independencia y cercanía con la alta dirección de la organización”, afirma María Rigou, profesora titular de Ética, RSE y Desarrollo Sustentable en el MBA de UADE Business School.
Actualmente, muchas empresas incluyen sus departamentos de RSE dentro de las direcciones de RR.HH., Comunicaciones, Marketing o Relaciones Institucionales. Pero independientemente de su ubicación en el organigrama, “esta visión estratégica requiere un trabajo focalizado en los grupos de interés, que lo vuelve más especializado y requiere del compromiso y aprobación del CEO y los altos mandos. En base a una estrategia local o global, las empresas definen planes de acción que van llevando a cabo con cada uno de los stakeholders (grupos de interés). Estos planes serán más o menos ambiciosos de acuerdo a la estructura, capacidad y presupuesto de cada compañía”, define Mirta Maglietta, gerente de Responsabilidad Social Empresaria de Ernst & Young.
En 2011, el Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (Iarse) encuestó a profesionales y funcionarios de RSE de compañías argentinas, cuya mayoría (75%) señaló que considera que su rol y función tendrá una significativa transformación en los próximos años. Por ejemplo, un gran porcentaje consideró que hay que prestar mayor atención a los efectos del cambio climático y a minimizar el impacto en el ambiente de la actividad económica (52%); así como a la búsqueda de la innovación en materia de productos y servicios más sostenibles (49%).
Lo que sucede en nuestro país también es reflejo de lo que se anticipa en otras partes del mundo. Desde España, el profesor Daniel Arenas, de ESADE, nota que cada vez se ven más casos en los que el director de RSE depende directamente del director General o presidente de la compañía, y que tiene acceso directo. “Es en estos casos, en los que la empresa se toma la RSE o sostenibilidad como algo estratégico o como parte de la cultura de la empresa. En algunos casos se crean comités internos, pero también se puede discutir la estrategia de RSE y sostenibilidad en el mismo consejo de dirección”, dice el profesor.
Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de ESADE, explica que la importancia de las áreas de RSE no está dada en el tamaño o cantidad de empleados a cargo, sino en su transversalidad hacia todos los departamentos de la empresa. En las empresas europeas y norteamericanas, “el departamento de RSE acostumbra a ser reducido y tiene como una de sus funciones principales ayudar a los departamentos funcionales a incorporar la RSE en sus estrategias, explica Carreras. 

Desafíos pendientes
Arenas remarca que uno de los “gaps" de la RSE es trasladar la sostenibilidad a toda la cadena de valor, así como a las distintas subsidiarias de la empresa. Para ello no es siempre necesario un departamento más grande -dice el profesor-, sino un trabajo de colaboración más estrecho con el departamento de compras o provisiones, entre otros. “Se requiere colaboración entre las distintas áreas, pero el peligro de mantener la RSE debajo de la gerencia de Marketing y Comunicación es que puede percibirse desde fuera que la firma está preocupada solo por hacer "greenwashing”, advierte Arenas.
Del trabajo del Iarse se desprende que las principales habilidades y destrezas que tendrán que mejorar o desarrollar las empresas argentinas serán aquellas que faciliten la conformación de equipos de trabajo (71%); las que contribuyan a promover un mayor compromiso del gobierno corporativo (66,2%) y de las diferentes áreas funcionales (64,8%) con los programas de responsabilidad social.

*Artículo aparecido en el periódico "El Cronista" 18/07/12

jueves, 12 de julio de 2012

Haciendo realidad la Matrix


Entre 1999 y 2003 se estrenaron los tres filmes de la  exitosa saga del cine norteamericano "Matrix". Diez años después, en plena pandemia de la gripe H1N1, el cine norteamericano nos volvió a ofrecer una especie de versión “recargada” de esa clásica saga con la película “Surrogates” (“Identidad Sustituta”).
Con otro eje argumental, es decir sin compartir la visión futurista de la lucha entre el hombre y la máquina que nos mostraron “Matrix” y “Terminator”, “Surrogates” volvía a enfatizar la existencia de dos mundos: uno virtual (más soft en “Matrix” y más hard en “Surrogate”) y el real.
Con una permanente recurrencia simbólica al libre albedrío, “Matrix” muestra que los humanos podemos elegir entre vivir la realidad, liberándonos de la esclavitud de las máquinas, u optar por aceptar la "comodidad" de una realidad virtual echa a medida. Total, como dice Morfeo en “Matrix”, “la realidad son impulsos eléctricos que tu cerebro interpreta”.
Los avances tecnológicos de los últimos años están haciendo realidad la metáfora que la saga llevó a la pantalla grande.
La masificación de internet y servicios como banda ancha y la TV digital, junto a las modernas PC, tablets, notebooks, consolas de videojuegos que trabajan bajo el concepto de realidad virtual y los smartphones, en los que la telefonía ya es sólo una anécdota, nos conectan cada vez más a esa “otra” realidad.
El teletrabajo, el home banking, los portales donde podemos comprar y vender de todo, como “Mercado Libre”, y el “delivery” de los productos y servicios que se nos ocurran, están realizando el sueño de Howard Hughes, de que las personas no tengan que salir de sus viviendas para comer, entretenerse, informarse, producir, relacionarse y participar.
Las redes sociales como Facebook, Google +,Twitter, etc. nos permiten interactuar con personas de todo el planeta y exhibir nuestra privacidad públicamente, al mismo tiempo que la reinventamos, mostrando no sólo lo que elegimos publicar y ocultando lo que nos desagrada de nosotros mismos, sino también permitiéndonos reescribir nuestras vidas, nuestro presente e imaginar un futuro distinto: todo por supuesto en la “Mátrix”.
Cada vez más las “noticias” surgen de las redes virtuales, con la apariencia de estar revolucionando el acceso a la información en forma cada vez más democrática. Exitosas campañas de marketing, comerciales y políticas, declaraciones de amor, rupturas matrimoniales, despidos, todo se produce y se exhibe en la web.
Y así muchas veces les creemos más a esa “otra realidad” que a la de carne y hueso y hasta podemos condenar públicamente a una persona por declaraciones en la web que no sabemos siquiera si fueron escritas por él, o fue la lógica perversa de los 140 carácteres que distorsionó la intención del mensaje.
¿Un individuo puede tener personalidades distintas en la vida real y en la virtual? ¿Thomas Andersson es distinto a Neo? ¿Le estamos dando la razón a Max Weber sobre la posibilidad de impersonalizar al burócrata separando su identidad personal de la organizacional?
Y nuevamente caemos en la “verdad” de Homero Simpson: “si no está en la televisión no existe”.
En la serie norteamericana futurista de los ochenta, Max Headroom, a los terroristas que se sublevaban contra el régimen opresor los identificaban por tener un televisor con botón de apagado. ¿Qué pasa si es cierto que Internet agotará su capacidad en un futuro? ¿Nos desplomaremos como los sustitutos de “Surrogate” o nos liberaremos de la opresión de las máquinas como los rescatados de la “Matrix”?
¿Por que en la ficción terminamos poniendo como enemigos de la humanidad a la tecnología que hoy parece hacernos cada vez más confortable nuestras vidas?
¿Y porque parece cada vez más cierta la frase que dice que “la realidad supera la ficción”?

martes, 10 de julio de 2012

Nueva Encuesta en el Blog sobre utilización de redes sociales.

Hace cuatro meses le preguntábamos a un grupo de estudiantes universitarios sobre el uso que le daban a las redes sociales y con cuales interactuaban. 
En aquel entonces el triunfo de Facebook sobre las demás resultó realmente apabullante: el 90% de los consultados era miembro de la Red de Marck Zuckerberg, mientras un 33% tenía también Twitter y un 30% Google +.
Los invitamos a participar de esta nueva consulta sobre el mundo 2.0 en la columna izquierda del blog.
Gracias por participar.