Por Julián D’Angelo
Coordinador Ejecutivo
Centro de Responsabilidad Social y Capital Social (UBA)
Cada 21 de septiembre, desde hace dieciséis años, se celebra en todo el
mundo el Día Internacional de la Paz. Esta fecha fue instaurada por Naciones
Unidas con el objeto de conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada
nación y cada pueblo, y coincide con los días en donde sesiona anualmente su
Asamblea General.
La frase elegida para la celebración de la paz en esta ocasión es «Juntos por la paz: Respeto,
seguridad y dignidad para todos», en sintonía con la iniciativa mundial “JUNTOS”,
que promueve que las personas que se han visto obligadas a migrar en busca de
una vida mejor, puedan vivir dignamente en un marco de respeto y seguridad. Esta
iniciativa fue lanzada hace justo un año, el 19 de septiembre de 2016, durante
la importante Cumbre de la ONU para Refugiados y Migrantes, para apoyar la
diversidad, la no discriminación y la aceptación de los refugiados y migrantes.
Es por ello
que este año, el Día Internacional de la Paz se centrará en movilizar a la
ciudadanía mundial para generar conciencia alrededor de la problemática de la
migración y hacer público el apoyo a los refugiados.
En lo que va de este 2017, más de 2600 migrantes perdieron su vida en el
mar Mediterráneo y 231 lo hicieron en la frontera entre México y Estados
Unidos. Se calcula que, al menos, unas 50.000 personas fallecieron en los
últimos veinte años tratando de cruzar fronteras internacionales.
Existe en diversos países una tendencia cada vez más notoria al
levantamiento de muros y vallas en respuesta a los grandes desplazamientos de
migrantes, a quienes se los empieza a tratar con mayor frecuencia como
delincuentes. En todo el mundo, actualmente se cuentan más de 50 muros o vallas
fronterizas, pero la realidad ha demostrado que no solo son ineficaces, sino
que además degradan al ser humano, ponen en riesgo sus vidas y favorecen las
redes de trata y las mafias.
Esta política de muros y represión no hace otra cosa que agudizar la
xenofobia y la hostilidad contra los migrantes y contradecir claramente una de
las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles aprobados por Naciones
Unidas en septiembre de 2015, que promueve la cooperación internacional para
“facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y
responsables de las personas”.
Precisamente esta es la segunda Asamblea General de Naciones Unidas, y
la segunda celebración del Día Internacional de la Paz, luego de la importante aprobación
en 2015 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que instauraron la Agenda
2030, y del Acuerdo del Clima de París.
Una Asamblea que, contrariamente a esta celebración, vuelve a estar
signada por los conflictos y la violencia, dominada por la escalada nuclear de
Corea del Norte, la crisis en Venezuela, el acuerdo nuclear con Irán y la
situación de la minoría musulmana rohingya en Myanmar.
Pero, a pesar de los importantes logros en materia de paz y el gran rol
que las Naciones Unidas vienen cumpliendo en este tema, resulta alarmante que el
Índice de Paz Mundial, elaborado por el Institute
for Economics and Peace, junto a un panel internacional de expertos,
haya registrado un deterioro del 2,14% entre 2008 y 2017. Mientras que el 48%
de los países mejoraron, el 52% empeoraron. Este índice mide los niveles de paz
en relación con la seguridad social, el conflicto interno e internacional y el
grado de militarización de las naciones.
Cuanto nos falta recorrer a la humanidad, a pesar del importante
trayecto caminado, para lograr esa paz duradera y sostenible que nos eleve como
especie sobre esta tierra.
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