lunes, 13 de marzo de 2017

Fortalecer el compromiso empresario por la igualdad de género.

Desde sus orígenes, hace unos 107 años, la celebración del Día Internacional de la Mujer estuvo relacionada a la lucha por la igualdad económica en el mundo del trabajo.
El 8 de marzo fue proclamado por primera vez como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en el año 1910.
Existe desde hace varios años una preocupación mundial por incrementar la participación plena y efectiva de las mujeres y, hoy en día, todas las iniciativas de responsabilidad social empresaria incluyen metas para la promoción de la igualdad de oportunidades.
Fue éste uno de los ocho Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, y ahora también se encuentra entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible hacia el 2030. Asimismo el Pacto Global de Naciones Unidas o la Norma ISO 26000 de RSE se ocupan también de este desafío.
Pero, a pesar de que más del 60% de los responsables de las áreas de RSE en las empresas argentinas son mujeres, la igualdad de género no es un tema que haya sido asumido totalmente.
La mayor parte de las mejores prácticas en RSE tienen que ver con la maternidad y la familia y la posibilidad de que durante su jornada laboral hagan actividad física y cuiden su cuerpo y estética.
No son demasiado innovadoras y apuntan básicamente a la trabajadora en su rol de madre, otorgándole beneficios como licencias más extensas, jornada laboral reducida, trabajo compartido, el retorno laboral progresivo luego de la maternidad y guarderías o jardines maternales en planta.
Pocas empresas deciden encarar políticas activas que confronten el “techo de cristal”, esa norma no escrita que impide que la mujer acceda a los cargos de conducción en las empresas, o que eliminen la brecha salarial existente con los trabajadores varones, por igual función y dedicación.
Se calcula que sólo el 9% de los CEO de las empresas del mundo son mujeres. Pero en Argentina ese número se reduce a tan sólo el 2%, según cifras de la CEPAL. La Argentina es el país con menor representación femenina en los directorios empresarios de toda la región. Países como Uruguay o Colombia tienen una representación femenina diez veces superior a la nuestra.
Y con respecto a la brecha salarial, también tenemos una de la más altas de la región: en Argentina las mujeres ganan el 27% menos que los varones.
Las mujeres hacen contribuciones a las economías locales en cifras que superan los billones de dólares. Pero a pesar de ello, todavía ocupan mayoritariamente los empleos más inestables y de menor remuneración. En América Latina, se calcula que de las 100 millones de mujeres que trabajan, 50 millones lo hacen en la informalidad.
Naciones Unidas sostiene que, al ritmo actual, superar la brecha salarial de género tomará unos 70 años. El Informe Global de la Brecha de Género 2016 del Foro Económico Mundial indica que los avances hacia la igualdad se detuvieron y que la brecha actual es la mayor desde 2008.
Por ello asume una gran importancia el lema elegido este año para la celebración del Día Internacional de la Mujer: “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030”.
Y para alcanzar esas metas, no alcanza solo con las políticas públicas y la lucha de las organizaciones sociales. Necesitamos un mayor compromiso del mundo del trabajo.
Para alentar al sector privado a promover esta igualdad, ONU Mujeres y el Pacto Global de Naciones Unidas lanzaron los Principios para la Igualdad de Género, que ya fueron rubricados por más de 1000 empresas en el mundo.

En Argentina necesitamos también fortalecer un compromiso de las empresas por la igualdad de género, que priorice la eliminación de la brecha salarial y promueva el liderazgo femenino en los puestos directivos.

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