jueves, 13 de octubre de 2016

PARIDAD DE GÉNERO: ¿SOLO EN LA POLÍTICA?

Por Julián D’Angelo
Coordinador Ejecutivo
Centro de Responsabilidad Social y Capital Social (UBA)

El debate iniciado a fines del año pasado para la implementación de una nueva Reforma Política en Argentina trajo nuevamente a discusión la necesidad de incrementar la participación femenina en la representación parlamentaria.
Se propone incrementar el cupo aprobado en la Ley sancionada en 1991, pasando del 30% al 50% de representación de distinto género, como incluso ya lo tienen algunas legislaciones provinciales, como la Ley de Comunas de la Ciudad de Buenos Aires.
Por supuesto que estas reformas siempre dan lugar a debate, y rápidamente aparecieron detractores y defensores de la paridad de género, incluso transversalmente a todos los partidos.
Algunos sostienen que una verdadera Reforma Política no puede limitarse a la boleta electrónica y a la paridad de género. Personalmente sostengo, en otro sentido, que la paridad de género no puede limitarse solo a una Reforma Política.
Es cierto que falta mucho y es necesario incrementar la participación de la mujer en los Parlamentos nacionales o locales. La propia organización de Naciones Unidas para las mujeres, ONU Mujeres, concluyó que en los últimos veinte años se ha casi duplicado en el mundo el porcentaje de mujeres en los parlamentos. Pero, no obstante, solo una de cada cinco parlamentarios es mujer. En Argentina el avance fue notorio: antes que se sancionara la ley solo el 4% de los diputados nacionales era mujer, y actualmente ese número asciende al 34% de las bancas de la Cámara.
Pero también es cierto que en otros ámbitos estamos mucho peor. Se calcula que sólo el 9% de los CEO de las empresas del mundo son mujeres. Pero en Argentina ese número se reduce a tan sólo el 2%, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La Argentina es el país con menor representación femenina en los directorios de corporaciones y pymes de toda la región. Países como Uruguay o Colombia tienen una representación femenina en la conducción de las empresas diez veces superior a la nuestra.
A pesar de ser actualmente mayoría de graduadas en la escuela secundaria, en muchas de las carreras universitarias y en los niveles inferiores y medios de las empresas, son pocas las que logran romper el “techo de cristal” que les permita acceder a los cargos de dirección. Tenemos, al respecto, casos muy destacados de liderazgo empresarial femenino en nuestro país, como el de Isela Costantini, primero en General Motors y ahora en Aerolíneas Argentinas, o Microsoft y Allianz Argentina, entre otras.
Por ello existe desde hace varios años una preocupación mundial por incrementar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles. Fue éste uno de los ocho Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, y ahora también se encuentra entre los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible hacia el 2030, que acaban de cumplir un año desde su aprobación.
La desigualdad de género llega a tal nivel en el mundo, que se ha estudiado que en 128 países existe al menos una diferencia jurídica que limita las oportunidades económicas de las mujeres. Y en 28 países existen incluso diez o más diferencias legales que las perjudican.
Hay además un consenso en la necesidad de aplicar medidas de “discriminación positiva”  mediante políticas públicas y leyes. Si se deja librado al mercado, por ejemplo, deberán pasar 70 años para que se reduzca la brecha salarial actual entre varones y mujeres por igual tarea.
Así como Argentina lo hizo en al ámbito sindical con la ley 25.674 sancionada en 2002, muchas naciones están implementando o debatiendo cupos de género en los directorios de las empresas.
Noruega cuenta con una Ley que obliga al 40% de representación femenina en los directorios de las empresas, y existen cupos de género también en Islandia, Holanda, Bélgica y Francia.
La Directora de Asuntos internacionales de la Confederación Nacional de Sindicatos de Noruega, Diis Bøhn, invitada por nuestro Centro de Estudios de la Facultad de Cs. Económicas (UBA) y la Embajada de Noruega en Argentina, disertó sobre los alcances de la paridad de género en la conducción de las organizaciones en el país nórdico: Poder Ejecutivo, Legislativo, empresas, sindicatos, etc.
Son variadas y debatibles las fórmulas que se pueden implementar en la promoción de la igualdad de género, pero lo que es innegable es lo que falta. Solo basta con ver las fotos de las reuniones del gabinete nacional o bonaerense, o de las reuniones de Cámaras Empresariales, o la nueva conducción de la CGT.
Incluso el Papa Francisco acaba de crear una Comisión paritaria para discutir la ordenación de diaconisas mujeres en la Iglesia Católica.
Es necesario adoptar medidas urgentes que incrementen drásticamente la participación femenina en la conducción de los tres poderes del estado, en las empresas, los sindicatos y las Universidades.
Desde el propio sector privado se han venido haciendo esfuerzos por generar un mayor equilibrio de género hacia su interior, así como también impulsando prácticas orientadas a un mayor bienestar que tenga en cuenta las necesidades de los diversos géneros.
Es así que la diversidad se ha convertido en un activo cada vez más valorado por las empresas que buscan mejorar su competitividad y atraer y consolidar a los mejores talentos.



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