Hace unos días,
con una inversión de cien millones de pesos, Walmart inauguró su tienda número
cien en la Argentina. Presente en este país desde 1995, actualmente posee 31 hipermercados, 64 locales Changomás y 5 supermercados.
Creada hace más
de cincuenta años por Sam Walton, abrió, en 1962, en Arkansas (EEUU) su primer
local de venta minorista. Actualmente Walmart es la mayor empleadora privada
del mundo, con más de dos millones de trabajadores, más del doble de quien la
sigue, Daimler- Chrysler. Tiene más de 10.500 establecimientos distribuidos en unos veintisiete
países.
Es la mayor
cadena de venta minorista del mundo y emplea al 5% de la mano de obra de las doscientas mayores
corporaciones del planeta.
Las ventas de
las cinco mayores corporaciones del mundo, entre las cuales Walmart es la
segunda, son superiores al PBI sumado de 182 países.
El estilo de
liderazgo de Sam Walton, su modelo de negocios y la cultura de Walmart son
recurrente caso de estudio de las Escuelas de Negocios alrededor del mundo. Y
hasta incluso, desde 1998, existe una Escuela de Negocios Sam Walton,
establecida en la Universidad de Arkansas a partir de un importante donativo de
la Fundación Walton Family.
Sam Walton
falleció en 1992 y sus seis herederos recibieron una fortuna superior a los
patrimonios sumados de los cien millones de norteamericanos de la base de la
pirámide de ingresos. Veinte años después su empresa sigue gozando de muy buena
salud, obteniendo casi dieciséis mil millones de dólares de ganancia en el
ejercicio 2011. Pero su legado también está plagado de contradicciones.
La mujer más
rica de los Estados Unidos es la viuda de John Walton, hijo de Sam, fallecido
en 2005, con un patrimonio cercano a los veintiocho mil millones de dólares. Esto
paradójicamente significa que la fortuna de una de las mujeres más ricas del
planeta proviene de una de las corporaciones del mundo que menos ha hecho por
el avance de la mujer en la sociedad y el mundo del trabajo. Acusado en
reiteradas oportunidades por discriminación de la mujer en el mundo laboral,
Sam Walton condujo su empresa los primeros veinticinco años sin contar con
ninguna mujer entre sus 42 Directores Generales. Incluso actualmente la
presencia femenina en el Consejo de Administración es menor al 25%.
Por otro lado se
estima que su particular política de precios bajos les permite ahorrar un
promedio de 2.500 dólares anuales a las familias norteamericanas de bajos ingresos,
que de otra forma difícilmente podrían acceder a esa cantidad y calidad de
productos en otros comercios minoristas tradicionales.
Pero como
contracara Walmart provoca la caída y en muchas ocasiones el cierre total de
los pequeños comercios de las zonas donde se abre un nuevo establecimiento.
Estudios realizados en los Estados Unidos señalan que el 25 % de los pequeños
comercios ubicados a dos kilómetros a la redonda de la locación de un nuevo
local de Walmart cierra en el primer año y otro 40% no llega a sobrevivir al
segundo año.
Pero además es
indispensable considerar sobre quien recae la mayor parte de los esfuerzos para
mantener una política de precios bajos que a la vez sostiene una de las
fortunas más grandes del planeta.
Precisamente
Walmart se caracteriza, además de por su política de “precios bajos”, por una
estructura laboral de salarios muy bajos. Rechaza la sindicalización de sus
trabajadores y se opone fuertemente a que los mismos se organicen gremialmente.
Asimismo sostiene un régimen de flexibilización laboral que incluye cambios de
horarios y turnos que exceden lo reglamentario y que atenta contra el
equilibrio entre empleo y vida familiar. Así muchísimos trabajadores alrededor
del mundo han acusado a Walmart de producir despidos discriminatorios y de
atentar contra la libertad de expresión. Sin embargo la empresa ha figurado
durante muchos años como una de las más deseadas para trabajar, debido a la
proyección de la misma.
Por otro lado,
aún pagando salarios bajos en los países donde se establece, la mayor parte de
los productos que vende son fabricados en China y otros países del sudeste
asiático como Bangladesh. Justamente en noviembre de 2012 fue noticia en los
medios internacionales un trágico incendio en una fábrica textil de Bangladesh
que producía indumentaria para Walmart y otras tiendas internacionales como
C&A, y donde murieron calcinados 112 obreros que se desempeñaban en
condiciones de trabajo esclavo, ganando apenas unos 45 dólares por mes.
Ya en 2009 el
famoso cantante Bruce Springsteen había tenido que pedir disculpas por haber
dado la exclusividad de la venta de su CD de Grandes Éxitos a una cadena como
Walmart acusada de discriminar a las mujeres y grupos minoritarios, de
aprovecharse del trabajo infantil utilizado por sus proveedores asiáticos y de
estar involucrada en casos de corrupción en países como México o China.
Así, a más de
veinte años de su fallecimiento el legado de Sam Walton continúa mostrando sus
contradicciones.
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